Sobre el sentido común y el crear
La doctrina del sensus communis naturae o sentido común, que inició Aristóteles y se consolidó con la escolástica (1), se refiere a una especie de acuerdo universal respecto a ciertos objetos sensibles, principios o verdades que se suponen evidentes y aceptables para todos, junto a la idea de que toda persona siente una inclinación natural hacia lo racional.
Estas verdades evidentes que se supone que captan los sentidos y el sentido común asume, pueden ser teóricas (como por ejemplo la certeza en la existencia del mundo, de los objetos materiales, de unidades de espacio y tiempo, etc), o de carácter práctico como ciertas costumbres y principios morales.
A lo largo de la historia, la noción de sentido común ha desempeñado y desempeña un importante papel para separarnos tanto del escepticismo como del dogmatismo, consiguiendo que la realidad cotidiana no se nos aleje demasiado por muchas piruetas
mentales que ejecutemos. Así, el aludido sentido común se convierte en una virtud social de primer orden pues constituye aquel entramado de ideas y pensamientos cotidianos compartidos que sustentan y dan coherencia a creencias religiosas, políticas, sociales, culturales y del mundo físico las cuales hacen posible que podamos entendernos, que seamos capaces de clasificar, comparar y explicar comportamientos de personas y cosas así como a prever comportamientos futuros derivados de sucesiones causa - efecto. Como todos los sentidos es una potencia pasiva, es decir, que no opera hasta que no es excitado por el objeto, y que no transforma ni a su objeto al conocerlo, ni a quien lo conoce.
El sentido común asume, consolida legitima e incluso mejora lo existente. Pero no se nos escapa que en esta ecuación tan presuntamente realista lo que está reflejando es la conformidad con el presente, con la tan manida expresión -“ésto es lo que hay”… pero a “ésto” le falta algo; falta la posibilidad de progreso. Falta ese “otro modo de ser humano” capaz de aventurarse en terrenos inexplorados o de idearlos y crearlos porque aún no existen.
La característica fundamental del emprendedor, del creador, consiste antes que nada en iniciar procesos cuyo fin va más allá de la mera posibilidad. Procesos que se confrontan con “lo que hay” para proyectarse en lo que “quiero que haya”. Proyectos cuya existencia depende de burlar al destino mediante el esfuerzo y la idea. En definitiva, su característica fundamental consiste en ser capaz de “crear el futuro” porque su intelecto puede idearlo hasta “verlo” y porque es competente para realizar esa visión en la práctica.
Pero todo tiene su precio. El principal es la soledad, porque ve lo que otros no ven, el segundo el agotamiento, porque realiza lo que otros no realizan, porque da a luz. Y el tercero la insatisfacción permanente, pues quien se considera poseedor de destino ya no podrá conocer una felicidad inocente; sabe que todo será fruto de su voluntad y su hacer, que se ha de dar por entero a su obra a la que precisa imprimirle el sello de lo valioso, de la intensidad, de la pasión, del esfuerzo, del tesoro, pues él y su obra son uno.
El espíritu emprendedor siente la necesidad de perseverar en la insobornable tendencia humana a ampliar el territorio de lo posible en abierta lucha contra lo probable.
El sentido común es pragmático, el creador se aleja de los pragmatismos de corto alcance.
El sentido común no tiene la última palabra, pero probablemente sí tenga la primera.
Es importante reconocer que para el ser humano existen, con existencia real, estados y procesos mentales y emocionales que gozan de un cierto tipo de realidad como lo material goza de otra. ¿A qué persona enamorada podríamos convencer de que su enamoramiento no es real?, no sólo es real sino que para él nada hay más real.
Así para el emprendedor, el futuro que imagina ya lo ha creado en su mente y goza de un tipo de realidad que puede ver, -aunque los demás no puedan- y dispone de la fuerza, la audacia y el valor para perseverar hasta hacerlo realidad y presentarlo al mundo. Es decir, al igual que para el enamorado, su idea es lo más real que existe. Y es que busco, defino y creo en unas cosas y no en otras, en función de aquello que valoro, de tal modo que la vida humana es más una cuestión de valoración que de conocimiento: hechos y valores se implican mutuamente. El sentido común da valor a unos principios y a unos hechos porque son importantes u obvios para la mayoría (olvidando a veces que lo que nos parece obvio es porque nos resulta familiar), el sentido creador en cambio da valor a su propia voluntad de creación. Como decía nuestro insigne Unamuno: “Hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio”.
(1) En la época contemporánea, la filosofía
de G.E. Moore se orienta frecuentemente
hacia el sentido común, llegándose a calificar
de “realismo del sentido común”. Este
filósofo se ha esforzado en determinar criterios
con el fin de reconocer cuando una
proposición pertenece al sentido común.
En fin...lo que yo quiero decir que hay quien tiene cinco sentidos (me parece) pero que el sentido común aun no se lo han presentado.
Es ilógico que permanezcan "abducidos" de realidades que deberían asumir.
Pocas personas usan el sentido común...muy pocas.
Sera que están solo llenas de sentido propio.
Etiquetas: Lapso
Posted by Mamots at 23:23
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